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diciembre 2010 |
Esperamos un rato a que llegue la persona que nos tiene que
dar las llaves, ya que hemos llegado antes de lo previsto, (cosa normal con Ryanair que miente habitualmente
sobre la hora de llegada para poder publicitarse como la línea mas puntual). Hace frío pero menos del que
esperábamos. El apartamento, en un edificio antiguo, está muy bien, recién reformado. Salimos ya de noche
(oscurece sobre las 4) a dar un paseo.
Vamos al casco histórico hasta la plaza del antiguo Ayuntamiento y del Palacio Primacial y al mercado navideño,
que está animadísimo: hay un escenario con grupos cantando villancicos, puestos de artesanías y muchos de comidas
y vino caliente. Nos tomamos uno acompañado con una especie de longaniza mientras vemos las actuaciones.
Desde el mercado callejeamos hasta la puerta de S. Miguel y la iglesia Trinitaria para, tras un buen rato de camino,
pasando por el palacio Grassalkovich, llegar hasta la estación de tren y sacar los billetes para Budapest.
Son billetes abiertos que cuestan sólo 16 € i/v.
Nos tomamos unos cafés calientes antes de tomar el tranvía 13 que nos deja en la misma puerta del apartamento,
en el que nos tomamos una rato de descanso . Salimos a hacer la cena en resto-pub situado casi enfrente:
grandes cervezas con goulash, queso frito y platos de pollo y pato (No había ganso que era lo que queríamos pedir
todos)
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Tras 2 horas y media y nada mas llegar a la estación vamos a
localizar un cajero para sacar 100.000 florines, ya que Hungría aun no está en el Euro. En metro vamos a la parada
Opera para ir a los apartamentos Town Hall en la calle Kiraly. Tras pagar 140 € por las dos noches y recibir una
exhaustiva información de la chica encargada, nos llevan al completisimo y cómodo piso de dos habitaciones con
terraza que dan a las cúpulas de S Esteban.
Como ya son casi las 2 nos vamos a comer a un sitio que hemos visto camino al hotel (Ket Serecsen): sopa de pato, y
unos platos de conejo y pato, cervezas y cafés por 75 € los 4. Todo muy sabroso y bien presentado.
Nos dedicamos a andar viendo los recuperados edificios (muchos desde la ultima vez que estuvimos hace 6 años) por la
calle comercial Andrassy y Szent Istvan hasta llegar a la bonita estación de Nyugati. Ya de noche llegamos bordeando
el río al inmenso edificio del Parlamento y bajamos hasta el monumento de los zapatos en recuerdo de los judíos
fusilados en ese lugar por los nazis.
Atravesamos hacia Buda por el Puente de las Cadenas para ir a los baños Kiraly (7€). Es turno de sólo hombres, no se
puede usar bañador y nos dan un paño que deja el culo al aire. Son unos baños turcos, pequeños y bastante mal
conservados. Estamos un rato calentándonos para salir de nuevo al aire fresquito y en metro volver al apartamento.
Compramos unas cervezas y tras un rato de charla bajamos a un restaurante (Trofea Grill Etterem) en nuestro mismo
edificio que nos sorprende muchísimo: un bufe libre con cerca de 200 platos distintos, con vino, cava y café por
5000 florines (19 €)
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Bordeando el río llegamos al balneario Rudas y después a la Embajada de España, que está llena de extras rodando una
peli de la época nazi. Hacemos una parada en un lugar muy bonito cercano al funicular para tomar café y palinka
(aguardiente de fruta) y calentarnos.
Tomamos el funicular para subir al Palacio Real y disfrutar de las vistas y entrar en uno de sus museos. Recorremos
las calles de esta zona (Patrimonio de la Humanidad), hasta llegar a la Iglesia de Matías y al Bastión del Pescador.
Abandonamos el Monte Real por la calle Ostrom, en donde encontramos una pizzería en donde reponer fuerzas.
Tras el almuerzo cogemos el metro para ir al famoso balneario Szechenyi (12 €) en donde pasamos una tarde fantástica
disfrutando se sus numerosas piscinas, tanto exteriores como cubiertas, de agua caliente (2º en el exterior, 37º en el agua)
y echando unas risas en la piscina de movimiento.
Volvemos al apartamento, compramos algo para hacer el desayuno en él. Cuando salimos a cenar esta nevando de nuevo.
Volvemos al Trofea, donde acaba de terminar el 1er grupo de la cena (6h) y tenemos que esperar unos momentos a que
reestructuren el local para la 2ª sesión, en la que hay un par de grupos de empresa y cumpleaños. Tomamos carnes y
pescados al grill ya que la noche anterior no lo habíamos hecho, aparte de otra gran variedad de entremeses y
postres. Tras un brindis con espumoso nos retiramos a descansar.
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Queríamos ir al mercado central pero,
como la nevada arrecia, decidimos regresar a recoger las maletas, tomar el metro y adelantar la hora de salida.
Esperamos en la estación que sea la 1, hora de salida de nuestro tren, tomando un café y comprando unos inmensos
bocadillos para el camino. Atravesamos campos blancos por los que vemos correr ciervos, conejos y algún zorro.
Llegamos a una nevadísima Bratislava ya casi de noche, llamamos al que nos tiene que abrir (ya que llegamos con
adelanto) tomamos el 13 y regresamos a Obchodna.
Dejamos las cosas y nos vamos al mercado navideño a tomar vino caliente y queso frito.
Después de unas cervezas en un pub vamos por la calle Venturska hasta el teatro Nacional Eslovaco, en cuya puerta
hay otro mini mercadillo.
Entramos en un resto con muy buena pinta en Postová pero está lleno, así que volvemos al
de la primera noche. Están saturados y no sirven más que platos ya hechos: goulash (nos gusta) y piroggi
(para nada). Lo acompañamos con una botella de vino de la zona. Antes de retirarnos nos tomamos un gintonic en un
pub cercano (baratisimo: 1,5€)
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Hacemos el descenso por sus
jardines para regresar a recoger las maletas, degustar una botella de Topkaji (que hemos comprado en Budapest) y
tomar el 13 y el 61 para marchar al aeropuerto Letisko.
Nos bajamos en el gran centro comercial Avion, vecino al aeropuerto, para almorzar a base de pescado en Nord Sea.
Marchamos andando para embarcar en hora y llegar a Málaga donde hace 20 grados más de temperatura.
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