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Octubre 2008
Llegamos a Calama con escala en Antofagasta en un vuelo bastante sacudido en el que nos sirven un sandwich de palta. Este “salto” es una modificación sobre lo previsto inicialmente ya que la intención era llegar en coche de alquiler, pasando por Chañaral (desierto florido) desde Copiapó, pero por dejar el coche en lugar distinto en Chile cobran unos precios desorbitados (hasta el doble y el triple del coste real de alquiler).
Al llegar tomamos un taxi (4000 pesos) que no nos puede dejar en el hotel ya que en el centro de la ciudad
hay un desfile del festival internacional de folklore. Aquí, como iremos viendo por todo Chile, también hay bastantes perros callejeros que en cuanto pueden se ponen a pasear contigo.
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Nos levantamos temprano a desayunar porque habíamos pedido un taxi para las 7,45 h. ya que el bus a San Pedro de Atacama salía a las 8,15 h. El taxi llega tarde y nos lleva a una estación de bus equivocada. De ésta llaman a la correcta para que nos esperen un poco y de nuevo un taxi para llegar corriendo a la nueva estación, donde afortunadamente el autobús (2500 pesos) estaba esperando.
Hacemos los 100 Km. de distancia y nos recoge Sandra en la terminal para llevarnos al hostal “Incahuasi”,
donde le hemos reservado una habitación con baño compartido (durante nuestra estancia estuvimos solos). A pesar de haber comprado bloqueador solar y agua volvemos a S. Pedro bastante quemados, exhaustos y casi arrastrando las bicis justo a la hora en que los turistas llegan al parque a ver la puesta de sol. A la entrada al pueblo desde el río encontramos en C/ Caracoles el “Croissant de luna”, donde resucitamos con un delicioso pan de aceitunas con pesto y queso de cabra acompañado por unos fantásticos jugos naturales muy fríos de naranja y frutilla.
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Con un poco mas de energía vamos al hostal para dejar las bicis, ducharnos y volver al pueblo para la temprana cena ya que a las 4,30 h. nos recogerán para la excursión, en la que subiremos a 4320 m. sobre el nivel del mar, por lo que nos han recomendado no cenar carne roja ni beber alcohol ni fumar. Entramos en “Terra Natura”, un agradable restaurante con comida local algo elaborada: tomamos pollo con coco y ensalada con brote de porotos, mientras un grupo ambulante de músicos interpreta unos temas.
Hacemos un recorrido de 90 Kms por ripio en 2 horas hasta el Tatio. Cuando llegamos está amaneciendo, momento
en que las fumarolas, los geiseres y las enormes columnas de vapor son más activas.
Camino de las termas de Puritama el paisaje de la cordillera andina llena de volcanes es espectacular, el más
alto (6000 mts), el Licancabur domina toda la región. Hacemos una breve parada para ver la fauna típica de
la zona: la vicuña, camélido salvaje y protegido, flamencos, gansos andinos,la vizcacha, una especie de
liebre ....
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Tras el relajante baño seguimos hacia S. Pedro divisando el gran salar y algunos volcanes más como el Sairecabur con 4 cráteres activos.
A las 13 h. estamos ya de regreso en S Pedro. Recorremos sus calles y plaza, donde se encuentra la casa
de Pedro de Valdivia, conquistador de la zona, convertida en tienda de artesanía . También se encuentra
la iglesia, monumento nacional. Marchamos a la habitación para recuperarnos del madrugón y salimos al atardecer a la feria de artesanía y a hacer la cena con una parrillada para dos de 15000 pesos (varias carnes, pollo, chorizo, morcilla...) en un sitio de C/ Caracoles. Nos invitan al vino, pero en contrapartida incrementan la cuenta incluyendo directamente un 10% de propina.
Desayunamos en “Incahuasi”, en donde seguimos solos.
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Sandra nos recoge a las 19 h. y nos deja en la estación de autobús para salir hacia Calama y transbordar en un bus-cama que en 6 horas nos lleva a Iquique, a donde llegamos sobre 6 de la mañana.
El hotel Prat (50USD) está a pocas cuadras de la bonita estación de bus. Vamos a la central de Avis para anular uno de los tres días que teníamos previsto usar coche y dejarlo sólo en dos y después vamos de visita al Mercado, a la antigua estación de tren, convertida en oficinas y al muelle, donde unos carteles advierten de no molestar a los lobos marinos. Vamos en bus al Zofri,
la zona franca, para verla y almorzar allí, marchando después al hotel para descansar.
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Nos dirigimos a recoger el coche de alquiler (40€/día), previo desayuno en la agradable cafeteria del día anterior, para iniciar la 1ª ruta.
La salida de la ciudad, dirección Alto Hospicio, ofrece unas vistas alucinantes ya que se hace subiendo
por un farallón inmenso.
Volvemos hacia la costa atravesando varios valles hasta divisar las nubes, señal inequívoca de que el
mar se encuentra cercano. Llegamos a un pequeño pueblo costero, Chanabayita, para almorzar pescado y probar el “loco”, molusco que se da exclusivamente en estas costas y un surtido de mariscos, erizo incluido, con unas cervezas que nos pusieron en tazones de café para disimular (no tenían licencia de venta de alcohol).
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Regresamos a Iquique, para pasar la tarde visitando el museo naval (200 p) y volver al muelle donde los barcos de paseo por la bahía ya habían salido y donde pudimos comprobar el porqué de los carteles, ya que había un inmenso macho de lobo marino haciendo la siesta.
Tras cenar unas empanadas y visto que esa noche se celebra en la plaza Prat, en las puertas del teatro,
un festival por el día de la Hispanidad nos vamos al hotel donde tenemos un palco de primera en la
terraza de la habitación: músicas y danzas de toda Hispanoamérica y un grupo árabe como triunfador
de la velada.
Al día siguiente al ser domingo sólo encontramos sitios abiertos para desayunar alrededor del mercado. Llegamos al mismo cruce del día anterior y paramos en la
Salitrera Humberstone (1000 pesos).
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Tomamos dirección Arica y nos desviamos en el cruce de Huara para ir hacia el cerro Unita (sin señalizar) para ver el Gigante de Atacama, geoglifo de forma humanoide de 80 mts.
Volvemos sobre nuestros pasos y seguimos por la Panamericana hasta los geoglifos de Ex Aura.
En el regreso vamos justos de gasolina y no hay surtidor en algo más de 200 Kms, pero al final logramos
llegar. A las 7 de la mañana hacemos los casi 40 Kms que hay al aeropuerto, devolvemos el coche (no sin algún problema sobre el precio acordado) y embarcamos hacia Santiago para conectar con otro vuelo que nos llevará a la XII región, a Punta Arenas.
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