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marzo 2007 |
Desde el aeropuerto de Fiumicino hay tren (el taxi aconsejan no tomarlo por los posibles timos), directo cada media hora a Termini (12€) o normal cada 15' con paradas (5,5€), que es el que nosotros tomamos ya que ibamos a la estación Ostiense, ubicada a 1.500 mts del hotel que habiamos reservado, el Caravel, (60 € noche, aunque su precio-tarifa es de 200 €/noche), cercano a Via Appia. Tras dejar las cosas salimos a caminar por vía Caracalla, bordeando las termas hasta llegar a la inmensa explanada donde se ubicó el Circo Massimo. Tras tomar unas cervezas y unos paninis seguimos hasta la Iglesia de Santa María de Comesdin, donde se encuentra la Bocca della Veritá, la cual acaba de cerrar (a las 16h 50´) y nos tenemos que conformar con verla desde fuera, rodeados de montones de japoneses. Cruzamos el Tiber por el Puente Palatino para ir a la Isla Tiberina y visitar la Iglesia de San Bartolomé y tomar un helado. Tras callejear un poco llegamos hasta el Teatro di Marcello para después subir al Capitolio, en donde acaba de caer la tarde. Como Roma es una ciudad pésimamente iluminada y los monumentos de alredededor (foro, Vittoriano..) están en penumbras nos vamos al Colosseo, para desde allí, por la Via Claudia, volver al Hotel. Cerca encontramos para cenar un sitio de sabrosas pizzas al peso.
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La habitación del hotel, con un gran balcón, da a la muy transitada Via Colombo y a pesar del doble cristal se escucha el tráfico, así que, tras el completo desayuno, pedimos el cambio. Dejamos la maleta hecha para que la trasladen y nos vamos al metro Garbatella para ir hasta los Museos Vaticanos. Hay unas colas inmensas y cierran a las 12,30 h. Así que desistimos de entrar y nos vamos a la Plaza de San Pedro. Atravesamos los controles para acceder a la Basílica y realizamos la primera parada frente a "La Piedad". Como el día está oscuro hay poquita luz dentro. A la salida visitamos la cripta donde las masas de creyentes se agolpan frente al último papa. Tras pasear por las columnatas de Bernini vamos por la vía de la Conzolazione, donde hacemos una parada para comprar dedales, hasta el Castello Sant Angelo en donde nos llueve un poco. Atravesamos el puente Vittorio Emmanuelle II para entrar en S. Giovanni dei Fiorentini, en cuya puerta no falta la habitual mendiga (muchas de la mafia rumana). Seguimos hasta la plaza de Sterza Cesarini para almorzar en una de sus trattorias: antipasto en bufé libre y unos deliciosos salmón y atun a la siciliana, tras lo que seguimos hasta la Plaza Navonna para ver su bonita fuente de los Cuatro Ríos. Recorriendo callejuelas llegamos hasta la abarrotada Piazza della Rotonda, en donde se encuentra el Pantheon. Después de una breve visita a la iglesia de S. Ignacio de Loyola llegamos a la Fontana de Trevi para, entre las masas, tomar un helado y hacer las fotos de rigor. Vamos a la Plaza de España para sentarnos un rato antes de subir a la Trinidad dei Monti. Cansados de tanto andar decidimos vover al hotel, así que tomamos el metro, en el que hay un control de billetes a la salida. La nueva habitación es más grande y calma. La cena la hacemos de pizzzas y kebabs en un egipcio próximo.
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Después de desayunar a las 9h., nos vamos andando hasta San Giovanni Laterano, en donde el obelisco de la plaza (el mayor de Roma) está en restauración. Entramos primero en una capilla anexa, donde unos scouts franceses celebran un acto, para a continuación recorrer esta espectacular iglesia. A la salida cruzamos hasta la iglesia de la Scala Santa, donde los penitentes suben de rodillas la misma. Por las calles Merulana y Labicana vamos hasta la basílica Paleocristiana de San Clemente, en donde un grupo de monjas se disponen a ensayar. Tras atravesar la Domus Aurea (en ruina completa) accedemos a la plaza de San Pietro in Vincoli, en cuya iglesia se guardan las cadenas que apresaron a S. Pedro en Jerusalen y el Moisé de Miguel Angel. Aqui encontramos una misa con niños cantores. Bajamos hasta Vía Cavour para caminar hasta la Basílica de Santa Maria Maggiore, tras lo que hacemos el almuerzo a base de coda (rabo de toro) y spaguetti alle vongole en una trattoria cercana a Termini, desde donde tomamos el metro para ir al Vaticano. A las 2 de la tarde ya no hay colas y nos da tiempo a visitar lo más importante de su tremenda y amplia colección hasta las 4 y media, hora en la que cierran los Museos Vaticanos ese día. A las 5 vamos de nuevo a San Pedro, para subir (la primera parte en ascensor y la segunda por una claustrofóbica e inclinada escalera de 320 escalones) a la Cúpula, desde donde hay unas vistas fantásticas de toda la ciudad. Tras unas cervezas y un descanso en el hotel salimos a cenar a una cercana y típica casa de comidas del barrio.
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Después del desayuno andamos un rato hacia la cercana basilica de San Pablo . Como no acabamos de localizarla tomamos un bus (en el que no funciona la expendedora de billetes) y el metro hasta Termini. Vamos primero a la Plaza de la Republica, donde sobre las Termas de Diocleciano se alza la ultima obra de Miguel Angel, la Iglesia de Santa Maria de los Angeles, en la que se encuentra la linea Meridiana que en la antiguedad marcaba la hora en Roma. Las iglesias de Sta. María de Victoria, la de Santa Susana y la Fuente de Neptuno con leones egipcios, en torno a la Plaza de San Bernardo son las siguientes paradas, antes de, descendiendo por la via Barberini, llegar a la fuente del Tritón de Bernini. Por Via Veneto vamos hasta la iglesia de Santa María Concezione, en la que se encuentra un alucinante cementerio de capuchinos con cientos de restos decorando las paredes, tras lo que marchamos hasta villa Borghese a pasear un rato. Desde allí descendemos a la Plaza Flaminio y a su vecina del Popolo para almorzar en la Vía de la Rippieta, en una hostería muy de diseño, unos quesos, coda y santimbocca. Tras los fuertes café expressi marchamos hasta el mausoleo de Augusto y la Iglesia de S. Ambrossio y S. Carlo del Corso, donde tienen expuesto como reliquia el corazón de C. Boromeo. Pasamos por el Parlamento y el Palacio de Montecitorio hasta llegar a la Plaza de Minerva, en la que se ubica el pequeño obelisco sobre elefante de Bernini y una iglesia dominica construida sobre un antiguo templo romano en la que hay un nada logrado Cristo Resucitado de Miguel Angel. Vamos hasta la Plaza Venecia a comprar una típica vinatera, para despues escalar la "Tarta de boda". Descansamos en la iglesia de Ara Coeli en todo lo alto de la colina Palatina, cuya escalera está construida con marmol procedente del Coliseo, mientras escuchamos un coro de niños en pleno ensayo. Ya son las cuatro, hora en la que cierran el acceso a los Foros, así que vamos de paseo por los pesimamente conservados de Trajano, Augusto y Cesar hasta el Colosseo y el Arco de Contanstino, desde donde volvemos al hotel, pasando por la Piramide de Caio Cesio. Para la cena repetimos en Giovanni con un rico menú: pizza gorgonzola, pulpo cocido con aceite, brocolino, vino, ensalada, grappa y tiramisú (27 €).
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Después de hacer la maleta, desayunar y dejar la maleta marchamos andando hasta el Palatino para ver los Foros. Entramos por el Arco de Tito y salimos por el Capitolio, observando como hace años que no se trabaja en el espacio : barandillas oxidadas, restos dispuestos de cualquier forma, aguas estancadas, plantas cubriendo las ruinas...: una pena de conservación. Entramos por las calles adyacentes al Teatro de Marcello y en vía del Funari encontramos una interesante casa con un patio lleno de esculturas, tras lo que llegamos a Campo dei Fiori. Esta plaza que en la noche es un lugar de marcha, durante el día es un bonito mercado muy agradable de visitar. Tras pasar por los Palacios Spada y Farnese, cruzamos el río por el Puente Sixto para, bordeandolo, ir a la plaza de la Boca de la Verdad, donde tomamos un bus hasta el hotel para retirar la maleta. Tras tomar unos paninis al lado de la estación de Ostia tomamos el tren que en 40 minutos nos deja en Fiumicino para, en hora, regresar a casa.
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